sábado, 15 de diciembre de 2012

El poder del docente

El siguiente comentario tratará un tema básico en la educación, tema que entre otros, nos sugiere la película “La ola”. Este film nos presenta un experimento, que a priori debía ser educativo, con un fatal desenlace.
Un profesor, decide basar su taller sobre la autocracia en recreación de conductas, hábitos, consignas, saludos y creencias comunes con el nacionalsocialismo alemán; todas inocuas en un principio, pero en cuestión de días la situación se les escapará de las manos.
Después de discutirlo, hemos llegado a la conclusión de que el tema que destaca sobre los demás sería: la autoridad del docente y su influencia.

Que el docente sea la figura de autoridad en el aula no es problema, el problema radica en el tipo de modelo que este elija. La autoridad por el poder, basada en la verticalidad, en la distancia y en la coerción, tendrá menos valor y contribuirá a generar un ambiente negativo que obstaculizará los aprendizajes; mientras que la autoridad basada en el reconocimiento de los alumnos, desde una conducta asertiva, horizontal y cercana, propiciará un ambiente idóneo para los aprendizajes, posibilitando la verdadera educación.
Tanto en una modelo de autoridad como en otro, el docente ejerce una notable influencia. Intentar no influir es en vano, así que más vale tomar consciencia de ello y hacerlo desde el compromiso y la responsabilidad.

La película deja evidencias de la maleabilidad de las personas, de la importancia del autoconcepto, del grupo de iguales, de la identidad de grupo, y como hemos dicho de la figura de autoridad.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

¿Qué escuela queremos para la sociedad en que vivimos?

Esta pregunta hace que reflexionemos acerca de nuestra educación y sociedad actual.

La escuela debe tener como principal objetivo educar. Para ello debe dotarse al individuo con conocimientos y aptitudes para el integro desarrollo de su persona.

Hemos debatido en el grupo cada uno de los puntos que, bajo nuestro punto de vista,  son esenciales en la configuración de la escuela.
La escuela debe ser democrática entendiendo por ello, una escuela en la que impere la igualdad real y eficiente a la que deberíamos estar sometidos todos los seres humanos, pero además, el concepto de negociación. Los alumnos, los maestros e incluso las familias deben sentirse parte activa de la educación. Así la propia escuela debería tener potestad para decidir una parte importante del curriculum, teniendo en cuenta los intereses de su alumnado.

El Estado debe hacerse cargo directa e indirectamente de nuestra educación. Debe ofrecer una amplia y suficiente oferta pública, pero para que el concepto de escuela democrática sea completo, debe además correr con la financiación de la escuela privada. Pudiendo el ciudadano optar tanto a una escuela pública y general, como a una escuela privada que ofrezca cierta diversidad de modelos. Creemos que no sería democrático imponer una escuela pública, ya que debe ser decisión del ciudadano esta elección.

¿Debe la escuela ser obligatoria? Esta pregunta ha suscitado una gran controversia dentro del grupo. La mayoría cree que la educación debe ser obligatoria, pero no pensamos así todos.
 Hay una tendencia general en el grupo a pensar que la educación debe ser un derecho y un deber. Si no obligamos a que todos estudien habrá muchos que no se formen y eso es malo para la sociedad, además de para el individuo.
 Por otro lado hay quien opina en el grupo, que si obligamos a todos a estudiar no podemos hablar de democracia real, además que la educación debe ser libre, si no es libre será buena o no, pero no podemos hablar de educación.

Por la misma razón de intentar darle sentido al concepto democrático, la escuela pública deberá ser mixta, diversa, y en definitiva inclusiva. Pero no imponiéndose los mismos criterios a la privada. La privada debe ser libre, configurando así una oferta amplia para el ciudadano. No olvidemos que el ciudadano siempre tendrá asegurada plaza en la pública, siendo la privada un elemento que aporte diversidad, pero prescindible.

Hoy en día, la metodología de las clases ha ido enfocada a que los niños "aprendan" gran cantidad de conocimientos,  pero realmente no los llegan a aprender, sino que los memorizan. Los aprendizajes realizados no son, como norma general, relevantes ni significativos. Este método de eneñanza dista mucho de nuestro pensamiento acerca de la escuela ideal.
El profesor debe buscar la manera de fomentar la curiosidad del alumnado, realizando clases más participativas, evitando que los niños se aburran en clase, acercandoles el conocimiento y haciendo que lo hagan suyo.

Es necesario un cambio en la escuela, puesto que si los propios profesores no están de acuerdo con esta forma de dar clase difícilmente se logrará transmitir este interés por aprender a los niños. Para ello las clases han de ser atractivas, haciendo que los niños aprendan a reflexionar logrando que esos conocimientos los interioricen y no simplemente sean memorizados y plasmados en pruebas estandarizadas.

Debemos intentar fomentar el aprendizaje holístico. Una buena forma de trabajo serían los proyectos. Hacer prácticos, reales y conexos los conocimientos, es una buena forma de fomentar el aprendizaje relevante.

Además, el sistema de educación que queremos, debe ser democrático e igualitario. Todos somos iguales, por tanto, debemos ofrecer a cada individuo las mismas oportunidades, para ello, habrá que analizar cada caso particular y ajustar la enseñanza al alumnado. Todo esto debe conciliarse con el desarrollo íntegro del ser humano, fortaleciéndose emocionalmente y adquiriendo habilidades sociales.

La escuela a parte de enseñar a las personas conocimientos teóricos sobre materias específicas, ha de encargarse, y es lo más importante, de educar a la personas a vivir en sociedad.

jueves, 25 de octubre de 2012

Autobiografía escolar


Hola a todos, somos alumn@s de 1º Pedagogía. A continuación os presentamos el texto sobre el que vamos a trabajar. Es una biografía escolar ficticia, basada en algunas de las experiencias de los miembros del grupo.

A los tres años dio comienzo mi etapa escolar. Iba todos los días acompañada de mi madre a la escuela, a mi me gustaba mucho, era grande y estaba dividida en tres zonas, una de ellas arquitectónicamente separada, y las otras dos formaban un mismo edificio.
Yo estaba en la clase de 1ºB en el primer edifico, era muy bonita, tenía muchos dibujos en la pared hechos por otros niños que habían estado allí, y en un futuro estarían los nuestros.

Éramos veinticinco niñ@s de los cuales con algunos mantengo todavía relación.
Mi profesor era muy bueno, con él estuvimos toda la etapa de infantil (3-5 años) nos trataba a todos de manera muy cariñosa y paciente. Recuerdo que estábamos sentados en mesas de seis en la que teníamos que compartir el material con el que íbamos a trabajar ese día. También teníamos en clase una zona en la que una vez terminada la tarea del día podíamos irnos a jugar allí, era muy divertido ya que había numerosos juguetes con los que entretenernos. Una de las cosas que más me gustaba de esta etapa era cuando teníamos que hacer las manualidades para el día del padre y de la madre, montar el portal de Belén de la clase. Una vez habíamos jugado, el profesor nos ponía a realizar nuestra hora de relajación, en la que la mayoría de las veces me quedaba dormida.
Estos años fueron muy divertidos ya que jugaba más que trabajaba.

Cuando cumplí seis años pasé a primero de primaria, aquí comencé mi etapa escolar más larga. Pasé de estar en el primer edificio al segundo que era mucho más grande ya que había más alumn@s y clases, ya era mayor.
Otra vez estaba en 1ºB, pero esta vez era de primaria. También cambié de profesor, ahora teníamos una profesora, era una mujer mayor que nos daría clase durante los dos años siguientes. Era muy estricta y poco tolerante, parecía que el principal objetivo de la clase era tenernos a todos en orden y callados. Yo no lo pasé especialmente bien, ya que me costaba mantener esa dinámica que quería la profesora, pero como era buen estudiante, no tuve problemas en aprobar.
La clase era más grande que la anterior, ya no teníamos nuestros maravillosos dibujos en las paredes, todo eso se vio sustituido por dos pizarras.
La distribución también cambió ahora estábamos sentados en pupitres individuales orientados hacia la pizarra, que pasó a ser el eje central de la clase.
El recreo era el único momento en el que disfruté durante estos dos años. Después de esta profesora pasé a tercero de primaria, con el que dio comienzo una nueva etapa para mí.

Con el nuevo curso empecé a conocer asignaturas que anteriormente no había dado, como por ejemplo inglés, también tenía un nuevo profesor que a diferencia de mi anterior maestra, este era joven y simpático. Sus clases recuerdo que eran muy divertidas, él siempre quería que participáramos y habláramos entre nosotr@s, de tal forma que nos sentábamos en mesas de cuatro, mirándonos a la cara, todo esto se vio beneficiado por la distribución que tenía la clase.


Aquí empezamos a realizar exámenes más “duros”, recuerdo que mi profesor nos apoyaba mucho cuando nos salía mal, intentaba siempre que mantuviésemos la motivación intacta. A mí me gustaba, por raro que parezca, hacer exámenes y las preguntas orales en clase, y así me demostraba que está haciendo mi trabajo bien.
Finalizado ya estos dos años, pasé a conocer a mi tercera profesora de primaria.
Durante este tiempo pasamos a colocarnos orientados hacia ella, por orden de lista, pero si algunos compañeros molestaban en clase, ella los cambiaba, ya que su principal objetivo era que la dinámica de la clase no se viera afectada.
Al igual que mi anterior profesora, ella se mantenía muy cerca de nosotr@s y nos ayudaba mucho. En estos cursos comencé a hacer mis primeros trabajos grupales en los que ponía a prueba mis relaciones sociales con los demás compañeros, ya que no era lo mismo trabajar con ellos que jugar.
Dejé atrás primaria y comencé la E.S.O, esta fue una época de cambios. Muchos profesores, cambiábamos de aula, las notas pasaron de ser “pa” o “nm” a estar cuantificadas.


Aquí comencé a tener un trato diferente con los profesores, ya que ellos querían que nosotr@s adquiriéramos conciencia de cómo iban a ser los siguientes cuatro años que dura esta etapa.
El temario era más extenso y los exámenes presentaban mayor dificultad. Continuamos sentados orientados hacía el profesor, en mesas en las que nos sentábamos de dos en dos. En todas las aulas teníamos ordenadores y un proyector para poder exponer los trabajos.

Aquí conocí a un profesor que me marcó bastante, ya que su forma de dar clase me encantaba, hacía que fueran muy amenas y que siempre quería que me diera más clase, siempre nos contaba experiencias suyas relacionadas con el temario que estábamos dando. A parte de enseñarme teoría, me enseñó valores y como relacionarme con los futuros profesores que tendría en mi última etapa: el bachillerato.
En contra partida, me encontré también un profesor que se dedicaba a leer el periódico en clase y a decirnos que hiciéramos puentes con palillos de los helados. No se preocupaba en absoluto por nosotros, ni por nuestro aprendizaje y nos ponía la nota que queríamos, por lo que puedo decir que no aprendí nada.

Aquí di el gran salto de mi educación, ya que cambié de colegio y pasé al instituto. Todo era diferente, desde las aulas hasta los profesores, yo me tenía que encargar de mis cosas ya que nadie me controlaba. Esto no me gustaba, yo quería ver interés por parte de esos profesores, no simplemente que me dieran clase.

Podíamos encontrar varios tipos de profesores, pero por norma general, la mayoría no mostraba apego alguno al alumnado. Aunque tuve un profesor de literatura que rompía este molde, ya que no paraba de sorprendernos continuamente y mostraba pasión por su trabajo; también pude encontrar profesores que mostraban desdeño hacía el alumnado, con frases como: “sois unos inútiles”, “veo muchas cabezas, espero que vayáis quedando menos”, “esto no es lo vuestro, pero tenéis buenas espaldas para cargar sacos”.

Y aquí se abre una nueva etapa en la que me encuentro actualmente y en la que hay mucho camino por recorrer…